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Más de 5.000 años de cárcel para un genocida guatemalteco

Fue una de las peores matanzas en la ya de por sí turbulenta historia de Latinoamérica. La Masacre de las Dos Erres, cometida en la aldea con ese nombre del departamento de Petén de Guatemala, comenzó cuando tropas de élite del Ejército irrumpieron en el lugar con la excusa de buscar guerrilleros de las Fuerzas Armadas Rebeldes. Ocurrió el 6 de diciembre de 1982 y el marco de la larguísima guerra civil guatemalteca -duró de 1960 a 1996- ni siquiera se aproxima a una justificación de la atrocidad.

Por supuesto, los militares no encontraron a los supuestos guerrilleros marxistas que buscaban. Lo que hicieron fue asesinar bebés delante de sus padres, violar a las niñas del pueblo, matarlas, arrojar sus cuerpos a un pozo y quemarlos con gasolina. En realidad la tortura y barbarie fue tal que duró horas, muchas, dos días, hasta el 8 de diciembre. Pasó durante el gobierno de Efraín Ríos Montt, uno de los militares más sanguinarios y que murió impune este mismo año. Se calcula que durante su gobierno fueron ejecutados extrajudicialmente 10.000 guatemaltecos, muchos de ellos de origen indígena.

Judicialmente, se comprobaron dos centenares de asesinatos. Por ellos ha pagado ahora el militar Santos López Alonzo. Concretamente, un tribunal le ha condenado a 30 años de cárcel por 199 asesinatos en Dos Erres, lo que suma 5.160 años.

Fue después de que el ahora convicto criminal fuese deportado de Estados Unidos en agosto de 2016 cuando en su país de origen fue acusado de delitos de lesa humanidad. Cuatro oficiales que participaron en la matanza de Dos Erres fueron condenados con anterioridad, en este caso a una suma total de más de seis mil años de prisión.

Las sentencias, como la de ahora de López Alonzo -de 66 años y también acusado de haber secuestrado y adoptado a uno de los hijos de las familias asesinadas-, son simbólicas: el máximo legal de años de cárcel en Guatemala es de cincuenta años.

Lo que no es simbólico, sino muy real, es el vacío que deja una matanza como la de Dos Erres. Desde entonces el poblado literalmente ya no existe, ha quedado borrado del mapa. Más difícil de eliminar es la memoria.

 

Fuente: Yahoo.com

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