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¿Por qué es mejor un divorcio express amistoso?

Con 77.200 casos en España durante el año 2020, los divorcios están a la orden del día. A pesar de que se trate de un momento duro en nuestras vidas, optar por un acuerdo amistoso no sólo evita enfrentamientos, sino que también nos permite reducir plazos y ahorrar dinero. Por no mencionar que afrontar el asunto civilizadamente contribuirá a normalizar y focalizar nuestro futuro.

Cuando la magia se atenúe, déjala ir

A pesar de que una relación pueda parecer perfecta, son muchos los factores que pueden conducir un matrimonio a la separación. Si bien tendemos a creer en el milagro de una unión perfecta, cuya durabilidad la decidirá el infinito, la convivencia no siempre consigue cuajar debidamente. Por un motivo u otro, y lejos de la tentación de designar culpables para otorgar detonante al resultado y reducir su peso, los individuos se separan por necesidad, nunca por placer. Motivo por el que es recomendable mantener una postura de mediación y calma, especialmente si hay hijos de por medio, y recurrir a abogados profesionales para asesorarse e iniciar el proceso de divorcio.

Dado que se trata de un momento innegablemente doloroso, es natural que durante su decurso exista un proceso de duelo, e incluso de rabia o impotencia. Sin embargo, es fundamental sosegar el ánimo en caso de crisis matrimonial y, si ésta concluye en la solución del divorcio, echar mano de Abogados de separación que puedan encontrar una solución basándose siempre en el diálogo para evitar situaciones límite. Al fin y al cabo, debemos entender que existe vida tras el matrimonio y que, en los casos más firmemente consecuentes, si la amistad no es un camino, la buena convivencia tras el matrimonio será lo que nos permita zanjar el asunto de un modo incluso positivo.

Datos sobre el divorcio: acabando con su estigma social

Pese al duro trago que supone a menudo tanto para los cónyuges como para la familia, la realidad es que normalizar el divorcio es un acto muy coherente con nuestro tiempo. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), 77.200 matrimonios se divorciaron durante en España el año 2020. Suponiendo, sin embargo, una reducción respecto a las cifras anteriores, encontrando primero la pandemia —dado que el año anterior, 2019, se dieron 91.645 casos— y previamente la situación de crisis económica que frustra el divorcio, bien por incapacidad de costear un abogado o a causa de la imposibilidad de autosuficiencia económica en la soltería.

Además, cabe remarcar que los matrimonios disueltos por divorcio en 2020 duraron 16 años de media —siendo 22 años la media de los separados. Un hecho que nos da una pista, sobre todo en cuanto a generación —con un intervalo de edad de mayor tendencia entre los 40 y 49 años— sobre el estigma social sobre el divorcio, provocando la prolongación de un enlace que no siempre ha llegado a cuajar bien. En ese sentido, es preciso mencionar que existe un sesgo generacional de peso. Ya que los datos muestran no sólo que la nupcialidad se ha reducido, sino que la edad de los individuos que se casan también ha aumentado.

La importancia de normalizar el divorcio

Siguiendo la estadística, las cifras de los matrimonios se han reducido en un 27% desde los años noventa —pasando de más de 220.000 en 1990 a 161.000 en 2019—, del mismo modo que, como se ha mencionado, la media de edad ha pasado de la veintena a la treintena. Esto es debido a que la juventud rehúye el matrimonio tanto por economía como por filosofía de vida —la sociedad líquida, sin apego emocional de larga duración—, a la par que, ostentando el cambio o la muerte de la tradición, optan por no casarse para evitar la situación sentimental y los trámites del divorcio que han apreciado en los adultos.

De este modo, vemos cómo la separación se ha asentado a lo largo de los años gracias a cierto beneplácito social sobre el divorcio. Si bien antaño divorciarse suponía una gran sacudida tanto familiar como comunitaria, hoy en día es sólo la normalización de un matrimonio que no ha cuajado. En todo caso, no obstante, es preciso recordar que las vías contenciosas, donde urge la necesidad de designar culpables y castigar a uno u otro cónyuge, son siempre evitables. A fin de evitar situaciones complejas y muy negativas, saber que la impulsividad no es buena compañera nos da a entender que Echar al cónyuge nunca es una opción. Por ello, cabe dar rienda suelta al diálogo.

En busca de un acuerdo ejemplar y civilizado

Como síntoma de una relación civilizada, en especial para los casos donde los niños vayan a presenciar todo el proceso, tratar de consensuar acuerdos justos amistosos es lo más recomendable. Para ello, y evitando siempre que sea posible tomar decisiones radicales que puedan afectar el entorno del matrimonio en proceso de separación, los abogados matrimonialistas actúan como mediadores para que todo llegue a buen puerto y con la menor carga de problemas. Divorciarse debería ser un escalón a mejor y una señal de madurez en la vida de ambas partes, demostrando que uno puede separarse de un modo adulto, cordial e incluso ejemplar para los demás.

Además, la demostración de que la vida tras el fracaso del matrimonio es posible no es sólo el único motivo por el que apostar por esta vía. En esencia, los procesos de divorcio de corte amistoso ayudan a reducir plazos y tiempos, así como ahorrar dinero, por no mencionar la menor carga de tensión y el posible enfrentamiento entre ambas partes. Debemos entender que, por más que pueda dolernos la situación, querer actuar con propiedad, como adultos, es una buena señal de estabilidad. Algo que, tras este momento, también nos ayudará a lidiar con el proceso de duelo posmatrimonial y, en definitiva, labrar una mejor relación con nosotros mismos y lo que queremos.

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